La Cruz del Apostolado (Acto voluntario)
Tratare de escribir lo que ha representado la Cruz del Apostolado en mi vida, pero para ello debo hacer una breve descripción de los símbolos que Jesús fue mostrando a la beata Concepción Cabrera de Armida (Conchita) en la visión en el año 1894. Las nubes que representan al Padre, una paloma el Espíritu Santo, en el centro un corazón rodeado de llamas, herido por una lanza y coronado de espinas, derramando sangre y agua por la herida y una cruz pequeña sobre este corazón.
Al inicio de mi camino en el Apostolado de la Cruz no me sentía identificada con ella pues lo que a mí me llamo la atención de esta espiritualidad fue que se da a la Iglesia a través de una madre de familia, esposa, laica, viuda y apóstol. Además, estaba acostumbrada a los crucifijos y no conocía la cruz del Apostolado.
Con el caminar en esta espiritualidad he tenido la oportunidad de identificarme con esta maravillosa cruz y todo lo que ella encierra. Pues bien, al estudiar esta cruz y su simbología con la parte que me he conectado más es con el corazón de Jesús y la cruz pequeña. A partir del cantico de Ezequiel : ‘’y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancare de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.”(Ez 36, 26). Este pasaje del Antiguo Testamento me lleva a ese Corazón vivo de Jesús, hacer mi recorrido con mayor detenimiento y optimismo y lo uno al de Cristo, sufriente y herido por la traición, por las blasfemias, por los dardos del enemigo, en fin, por un corazón que esta lleno de amor y compasión a pesar de mi miseria humana.
La cruz pequeña que casi no la notamos, representa el sacrificio de Cristo, ese sacrificio que muchos no entendieron y nunca ha coincidido con los criterios y prioridades del mundo. Jesús se dio hasta las últimas consecuencias, llego a la entrega total, pues se donó a sí mismo, por puro amor, una muerte en cruz que para los romanos no era solamente matar al criminal, sino también mutilar y deshonrar el cuerpo del condenado, actos que de una u otra forma se siguen practicando en nuestro mundo.
Y es desde ahí, desde esa Cruz del Apostolado, cuyo mensaje trato de entender cada día, como un camino de santificación, de unión con Él, y con los míos, con los otros, de transformación en Él para poder dar testimonio de mi vida; pero este camino dependerá de cada uno, de abrirse al Espíritu Santo. Y desde esta experiencia de vida que Dios me ha permitido por puro amor, de llegar a conocer esta Cruz del Apostolado, símbolo del que se valió Jesús para darnos un camino, un mensaje que llamamos Espiritualidad de la Cruz; hago oración pidiendo que no me permita lastimar ese amor que se me transmite a través de la Cruz del Apostolado, esa confianza depositada en mí ante el llamado a cargar la cruz de cada día, en el diario vivir con mi familia, mis vecinos, mis amigos, mis hermanas de comunidad, con mi prójimo; que pueda tomar mi cruz y seguir a Jesús; que pueda cumplir con su llamado: ‘’si quieren venir en pos de mí, tomen su cruz y síganme’’ (cf. Mt. 16, 21-27). Aunque el llamado es difícil, la recompensa es inigualable. Me pregunto: ¿Estas dispuesta a cargar con tu cruz de cada día y a crucificarte sobre tus propios intereses? ¿Es que acaso solo la cruz es mi camino de conversión? Pues sí, es el camino que me lleva a la felicidad, al agradecimiento, al sufrimiento, a la unión por amor. Solo si voluntariamente tomo mi cruz puedo ser llamada a ser su discípula y Apóstol de la Cruz.
¡Animo firme viva la Cruz – Cruz Redentora!
Marta Palma Vargas