Yo soy Conchita

Para muestra un botón:

Yo era un chiquillo – cinco, seis años? – cuando mi madre me llevó a conocer a la Señora Armida, que así la llamábamos familiarmente en San Luis Potosí.

-Es una santa, me dijo mi madre, te portas bien. Portarme bien era lo de menos, con ser lo de más. A mi me dio miedo. Miedo de estar con una santa, porque los santos que yo había visto eran estatuas antiguas y mudas, unos santos tristones de ojos lánguidos y túnicas pardas, unos santos inaccesibles a mi altura de niño y de dedal, escondidos en las hornacinas misteriosas de los templos o parados al borde de las cornisas donde empezaba el lejano reino de las campanas, las palomas y las estrellas.

Joaquín Antonio Peñalosa

Cruz de Cristo Cruz del Cristiano

La presente obra comenzó siendo un «Catecismo breve sobre las Obras de la Cruz y su espiritualidad», pero «gracias al gran amor que el P.Salvador tuvo a las Obras de la Cruz, su profunda gratitud a Dios por haberlo llamado a pertenecer a ellas, así como su vasta lectura y asimilación de los autores leídos», como él mismo lo expresa, hoy tenemos un clásico «para quienes quieren conocer con precisión las Obras de la Cruz y vivir su espiritualidad esencialmente evangélica», como bien lo indica el P. Manuel Castillo. Retomando las palabras del P. Melencio Picazo, podemos decir con toda seguridad que: «Todos los que pertenecemos a la Familia de la Cruz quedaremos agradecidos a Dios y al P.Salvador al recorrer estas páginas».

Por eso, para la Editorial de la Cruz, retomar hoy esta obra del P.Salvador es querer dar continuidad a la transmisión de la doctrina y Obras que el Señor quiso regalar a su Iglesia a través de la Sierva de Dios Concepción Cabrera de Armida.

P. Ángel Candia Contreras, msps.

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