Año de San José

Una cristiana con raíces de devociones y prácticas

Año de San José

De mi abuelita aprendí muchas devociones y de mi madre prácticas religiosas, por ejemplo: rezar el rosario, ir a misa cuando había, hacer novenas, etc.

A San José lo veía como un adorno más en Navidad cuando preparabamos el portal, y no podía faltar el rezo a la Sagrada Familia para que siempre tuvieramos trabajo. Con todas esas prácticas experimenté que no bastaba sentirse buena, sino que había que serlo.

Fue hasta que entré al Apostolado de la Cruz cuando conocí un poco de san José, con el libro Pequeña Esmeralda que la Beata Concepción Cabrera escribió en honor de este maravilloso santo. Otra expreriencia que recuerdo fue con la película de santa Teresa de Jesús, en donde ella le

tenía gran confianza a este santo tan invisibible para muchos cristianos, y también para mí.

En este año con motivo del 150 aniversario de haberlo declarado Patrono de la Iglesia Universal, el papa Francisco en su Carta Apostólica Patris Corde nos comparte la gran riqueza de este santo,y es a través de este documento que me queda muy claro quien fue y quién es san José.

Quiero compartiles algunos de los temás que más me han impactado de este documento, y que no deben de pasar inadvertidos para todos aquellos que nos llamamos católicos.

Con corazón de padre: así san José amó a Jesús, llamado en los cuatro Evangelios «el hijo de José». Tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús, a quien dio el nombre que le reveló el ángel: «Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21).

Y ¿qué podemos aprender de este padre virtuoso?

1. Es un padre que ama a su Creador. La grandeza de san José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús. San Pablo VI observa que su paternidad se manifestó concretamente «al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio al misterio de la Encarnación y a la misión redentora que le está unida; al haber utilizado la autoridad legal, que le correspondía en la Sagrada Familia, para hacer de ella un don total de sí mismo, de su vida, de su trabajo; al haber convertido su vocación humana de amor doméstico en la oblación sobrehumana de sí mismo, de su corazón y de toda capacidad en el amor puesto al servicio del Mesías nacido en su casa»1

2. Padre en la ternura… José vio a Jesús progresar día tras día «en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres» (Lc 2,52). Jesús vio la ternura de Dios en san José: «Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente ternura por quienes lo temen» (Sal 103,13).

3. Padre en la obediencia. Así como Dios hizo con María cuando le manifestó su plan de salvación, también a José le reveló sus designios y lo hizo a través de sueños que, en la Biblia, como en todos los pueblos antiguos, eran considerados uno de los medios por los que Dios manifestaba su voluntad. En todas las ocasiones José respondió obedientemente a lo que se le pidió.

Año de San José

Padre en la acogida José acogió a María sin poner condiciones previas. Confió en las palabras del ángel. «La nobleza de su corazón le hace supeditar a la caridad lo aprendido por ley. Y, en su duda de cómo hacer lo mejor, Dios lo ayudó a optar iluminando su juicio».

5. Padre trabajador Un aspecto que caracteriza a san José es su relación con el trabajo. San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo. Qué bueno es valorar el trabajo, en mi caso, me quedan recuerdos agradables como por ejemplo: el haber sacado adelante a mis cuatro hijos con un oficio honesto, y enseñarles que el trabajo hecho con amor nos hace dignos y agradables a Dios.

6. Padre en la sombra El escritor polaco Jan Dobraczyński, en su libro La sombra del Padre, noveló la vida de san José. Con la imagen evocadora de la sombra define la figura de José, que para Jesús es la sombra del Padre celestial en la tierra: lo auxilia, lo protege, no se aparta jamás de su lado para seguir sus pasos. De este libro me queda una enseñanza, que al lado de Jesús y María se es feliz viviendo cada día agradando a Dios como lo hizo san José, en él no había ni soledad, ni envidia.

Hasta aquí algunos fragmentos de la carta apostólica la cuál invito a meditar y leer con sumo cuidado, a fin de ahondar más en este maravilloso santo.

Ahora, ¿qué respuesta doy a la luz de este gran testigo de amor y obediencia en el mundo de hoy? Creo que de esta vida ejemplar puedo sacar tres enseñanzas vitales para mi vida:

1. Silencio. En esta actitud de silencio, san José pudo escuchar la voz de Dios. Es importante sacar espacios de silencio que nos ayuden a escuchar lo que Dios nos pide a cada uno de nosotros día a día.
2. Obediencia. A pesar de la gran misión que Dios le encomendó, nunca puso su voluntad o deseo por

encima de la de Dios, fue un hombre obediente, porque supo escuchar lo que Dios quería de él. Esto me

ha llevado a pensar ¿cuántas voces escucho yo?
3. Sacrificio. San José no vaciló en responder a Dios a pesar de que esto no fuera fácil. Así he meditado en

lo importante que es vencerse cada día, aunque parezca un gran sacrificio.

Le doy gracias a San José, por haberlo encontrado en mi camino, y como propósito personal les comparto que cada miércoles lo invito a que vivamos juntos todo lo que pase en ese día.

¡San José, ruega por nosotros y por los agonizantes!

María Elena Fernández Quesada.



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